Cuentos, relatos, poesía…




sábado, 27 de febrero de 2016

máscaras en el cielo




A 120 km/h sopla el viento. Pareciera que alguien lo persigue. 




Silba. Es un chirrido agudo, molesto, espantoso. A su paso los tiestos caen al suelo, los cubos de la basura vuelcan y los andamios peligran. No hay nadie que transite por la calle, la gente vigila desde las ventanas y se pregunta por el absurdo sentido  de este fenómeno. El sol calienta la superficie, la lluvia refresca el ambiente, la noche permite el descanso y el arco iris, simplemente adorna. La tempestad es como el niño malcriado que llora cuando no consigue lo que quiere, llora y grita pero nadie puede complacerlo. Provoca daños incalculables, irreparables y la única manera de protegerse es esconderse hasta que su furia se haya debilitado, hasta que se hayan consumido sus energías y se desvanezca por agotamiento. Una sobrecarga compuesta de celos y rabia lo inunda y su fuerza es destructiva y triste. Dicen que en su origen está la diferencia de presión entre dos puntos, cuanto mayor sea esta diferencia, mayor será la fuerza que despliegue para encontrar el equilibrio. Pero yo creo que esto son excusas, y que simplemente le puede su ego.