Cuentos, relatos, poesía…




lunes, 24 de febrero de 2014

Ciclogénesis en Donosti




Entre temporal y ciclogénesis ha salido el sol. La ciudad está lastimada. El mar se hartó de aguantar a la civilización imponiéndole unos límites que no le agradan. Por un tiempo congeniaron y el mar obediente se sometió a los caprichos de una ciudad sibarita, a un cerco en forma de corona de laureles blanco de más de  100 años, a los faros del puente del kursaal, a la playa de los antiguotarras y a las pistas del  Real Club de Tenis. A todo un arsenal de arquitectura cuyo único propósito es rivalizar con los residuos  del océano que muere en la costa. Piedras que no hacen sino alabar la grandeza del Cantábrico, desde donde cada visitante se detiene a disfrutar del azul cambiante de sus aguas. Como un mono en una jaula, como león en un zoológico, anoche el agua se reveló a tan indigna consideración. Con un simple rugido se deslizó sobre el río Urumea, adentrándose primero con ferocidad para clavar los dientes en lugares estratégicos y retirándose con rapidez a observar desde la sombra la reacción de la ciudad.
Esta noche piensa volver y quién sabe la decisión que habrá tomado.

jueves, 20 de febrero de 2014

Pilates para la espalda


Tumbada elevo la pelvis con las piernas en flexión. Los brazos alzados se mueven en aspas y a un tiempo estiro la pierna izquierda fluyendo con la respiración. Un pie soporta la acrobacia de mis huesos. Cuento diez y vuelvo a respirar. Una mano se cruza con la otra, la atrapa y la impide seguir moviéndose, entrelazadas pelean sobre el cuerpo. La pierna  al aire se queda sin circulación y un pinchazo me hace perder el equilibrio. Un pie cae sobre el otro,  la pelvis cruje, la espalda se resiente y el cuello me da un tirón. Pies en punta, rodilla arriba, trasero abajo, cabeza tiesa. El cronómetro se detiene y una sonrisa orgullosa me delata. Lo he conseguido, he dibujado la uve doble con el cuerpo.

domingo, 9 de febrero de 2014

Mala suerte


Marta tiene un gato negro. Dicen que da mala suerte pero a ella le hace compañía.  Cuando duerme puede hacer todo el ruido que quiera, pasar el aspirador, mover los muebles incluso cantar. Ella puede olvidar ofrecerle su comida, no es muy exigente. Cuando la tele está encendida se tumba a observar las imágenes.  A veces se postra sobre el periódico y parece interesarle las noticias. Es un gato feliz. Pero hay algo extraño, Marta no  debe hablarle, en cuanto oye sus palabras se gira mostrando los dientes, la piel se le eriza y un sonido desagradable y muy grave sale de su garganta. Ya lo dice Marta:  
“Mi gato debe de tener algún trauma”.