Estábamos unidos de verdad, desayunábamos juntos, tomábamos el café de las
tres y por la noche entre los pucheros
de la cocina escuchabas mis quejas en silencio
hasta que podía ir a dormir tranquila, sin decir una palabra eras mi
consuelo. Por la mañana te encontraba esperándome, silencioso. A veces rugías, es verdad suelo pedirte mucho, pero nunca te duró demasiado.
Por lo que veo hoy te has cansado
de mí. Te vaciaré de platos y llamaré al técnico.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.