Cielo claro, sol radiante, fresca brisa marina. Oigo
gaviotas y las olas a mi espalda peinan las rocas. Mis ojos ahora son azules,
porque el mar me rodea. Soy como uno de los hierros de Chillida, expuesto a las
agresiones y solo en el horizonte, erosionado. Solo como el mar, como el sol,
como la brisa. Espectador como ellos sobre la piedra de granito en el lugar más
bonito de San Sebastián. Este es mi sitio.
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